sábado, 7 de septiembre de 2013

Sombras del Nilo - - Cap. 1



RECUERDO
Ya está todo listo, ahora ya sólo falta la última atracción, YO. Siento el golpear de unos zapatos contra el suelo, sé que vienen a por mi, y yo, sentada esperando el momento final. ¿Se supone que debería ser el más feliz de mi vida? Yo he vivido la felicidad y no junto al hombre con el que voy a unirme por el resto de mis días.
Me miro en el espejo estoy blanca y fría, me cuesta respirar, mi pecho sube y baja sin descanso, por mis mejillas corren un par de lágrimas, lágrimas que han nacido por el recuerdo.


Todo empezó cuando decidí librarme de las cadenas que me ataban a mi prisión… y para ello debía convertirme en una más de las gente.


Capítulo 1
Se despeinó su oscuro pelo y se puso una tela vieja y descolorida a forma de velo que hacía juego con el traje que le robó a una sirvienta de su antigua casa en Egipto.
Salteó a los guardias, se subió por el muro que la protegía de la libertad de las calles y saltó.


<< ¡Por fin libre!>>


Caminó sin rumbo mientras sus sentidos estudiaban todo. Por primera vez podía ir a la deriva por el mar de las calles, navegando sin rumbo hasta llegar a perderse.


    -Mierda, desde luego no tengo sentido de la orientación- las lágrimas iban a escapar cuando escuchó los gritos de una niña.
La curiosidad la hizo acercarse al puesto donde el que parecía ser el dueño cogía por la muñeca a una niña de unos 7 años que lloraba de terror.
    -¡¡Maldita escoria!! Siempre igual, te doy un techo en el que vivir y ¡¿como me lo agradeces?!- gritaba el enorme gigante en dirección a la niña con un enorme cuchillo en la mano. Estaba en peligro, su vida rápidamente iba a acabar si alguien no le ayudaba.
    -Por favor señor estése quieto, es que no ve que esta haciendo daño a la niña- Sin darse cuenta Meskennet se había colocado enfrente del matón y la pequeña.
Estaba muerta de miedo, las piernas le temblaban y haciendo orgullo de su nombre y título de la casa aguantó estoicamente mientras el grandullón se le acercaba.
   -¿¡Pero que te has creído muchacha!? Vas a pagar muy cara tu osadía ¡esclava!- dijo mientras alzaba el enorme cuchillo.
Meskennet sabía para que lo iba a usar, lo sabía muy bien. El miedo golpeaba en su pecho fuertemente. Cerró los ojos y susurró unas plegarias.
Algo la empujó.
Abrió los ojos y vio que estaba corriendo, algo tiraba de ella fuertemente. Corrían tan deprisa que en unos minutos perdieron de vista al enorme comerciante.
Cuando por fin pararon Meskennet miró a la sombra que la había salvado. Su mirada se encontró con un joven de ojos dorados oscuro, piel morena y una nariz grande y recta. El joven la miró, el corazón se paró, perlas de sudor cubrían su frente
     -Siento mucho haberla cogido de esa manera, pero esa era la única manera de poder…-
     -¿Dónde está la niña? Hay que volver, no la podemos dejar sola. Ese hombre le hará daño.- le agarró de los brazos.
Él se quedó callado y completamente sorprendido ante su reacción. Lo único que hizo fue buscar algo con la mirada y cuando lo encontró miró de nuevo a Meskennet y por último volvió a mirar. La joven siguió la dirección de su mirada y descubrió a una joven niña de espaldas.
Al descubrir que la pequeña estaba bien corrió hacia ella y la abrazó. Las lágrimas habían brotado, ella estaba a salvo, no sólo le había dado tiempo a salvarla sino que también había salvado a la niña.
No sabía cómo darle las gracias así que solo se levantó y lo abrazó. Él no supo qué hacer y se quedó quieto y esperando a que acabase.
    -No sé cómo agradecerle lo que ha hecho por nosotras.- dijo pausadamente -¿y ahora que es lo que va a pasar con ella?-
   -La esconderé unos días y si hay suerte su antiguo amo no la encontrará.-
   -¿A quien se la entregarás? Tiene la marca de su amo ¿Quien la querrá sabiendo que es de otro y jugandose la vida por ello?
   -En unos días mi amo tiene que viajar a Uruk, con suerte encontraré a algún comerciante extranjero que no le importe llevarse una esclava a su tierra.
   -¿Otro mercader? ¿Y como sabremos que no acabará siendo alimento de su tripulación una vez desembarquen?
   -Somos esclavos, nuestro destino está escrito y sólo podemos vivir para las órdenes de nuestros amos. ¿Para que la has salvado de una muerte segura entonces? Ahora tendrá que encontrar otro amo que la quiera y reza para que no sea igual o peor que ese gordo seboso.-
   -Yo… ¿peor?... yo no quería que la matasen.- Meskenet rompió a llorar -Yo sólo… sólo… -
El joven esclavo se quedó petrificado, quería consolarla pero no se atrevía a tocarla. Lloraba y lloraba, las lágrimas caían a través de las manos que se las había puesto a modo de escudo para que no se la viese.
<. ¿Cómo que un dueño? ¿Qué dueño? Si lo que necesita es un dueño...>>
   -Yo me la llevaré y la cuidaré y si hace falta me pelearé con ese hombre.- Pegó un grito a pleno pulmón, grito que siempre hacía cuando se enfadaba –Oh vaya lo siento, lo he hecho sin darme cuenta.- Un tono rosado cubrió sus mejillas
   -Oh no por favor, no se disculpe- dijo e inmediatamente iba a ponerse de rodillas para pedir perdón. Rápidamente Meskennet lo sujetó de los brazos para que no consiguiera su misión y él paró el descenso pero se quedó con la cabeza agachada.
   -Nadie tiene la culpa, tú sólo querías ayudar e intentabas dar tu opinión y eso es algo que todo el mundo puede hacer, al menos conmigo-

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